«No le digas a Dios cuan grandes son tus problemas; dile a tus problemas cuan grande es Dios» ♰♰♰

viernes, 5 de abril de 2019

🕊La Paz interior se consigue cumpliendo la voluntad de Dios

Gozan de suma paz los amadores de tu ley, sin que hallen tropiezo alguno. Salmos 119:165 
- Biblia Torres Amat 1825


Sin la paz que viene de Cristo no podemos ser verdaderamente felices y tampoco se puede lograr tener una salud integral. Es necesario cuidar el orden y poner en primer Lugar a Dios pues su Palabra nos promete que después de haber buscado primero su Reino y su Justicia El nos dará por añadidura todo lo demás. La paz y la santidad son necesarias para ver a Dios. 

San Beda (Catena Aurea)
Para qué hombres piden los ángeles la paz, lo manifiestan diciendo: "A los hombres de buena voluntad", esto es, para aquellos que reciben bien el nacimiento del Señor. Así pues, no hay paz para los impíos ( Is 57), pero sí la hay abundante para los que aman el nombre de Dios ( Sal 118). 

 Se promete la paz a todos los que se consagran a la edificación de este templo, ya sea que su trabajo consista en edificar la Iglesia en el oficio de catequistas de los sagrados misterios, ya sea que se entreguen a la santificación de sus propias almas, para que resulten piedras vivas y espirituales (San Cirilo de Alejandría, Coment. sobre el profeta Ageo,14).


Pero los Apóstoles, en medio de las persecuciones, mantuvieron en Cristo la paz, sin abandonarle; por el contrario, buscaron refugio en El [. . . ]. En ellos se cumplió lo que les había dicho: tened confianza, yo he vencido al mundo. Confiaron y vencieron. ¿Por quién vencieron sino por El? (San Agustín, Trat. Evang. S. Juan,103).

El me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas donde me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo, esta es mi seguridad, este es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarnos las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña (San Juan Crisóstomo, Hom. antes del exilio,1-3).

La verdadera, la única paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos de amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los éxitos o reveses de este mundo [. . . ]. Se equivoca quien se figura que podrá encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes turbaciones de aquí abajo y el fin de este mundo deberían convencer a ese hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de su paz (San Beda, Hom. 12 para la Vigilia de Pentecostés).


Esta paz no se logra ni con los lazos de la más intima amistad ni con una profunda semejanza de espíritu, si todo ello no está fundamentado en una total comunión de nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Una amistad fundada en deseos pecaminosos, en pactos que arrancan de la injusticia y en el acuerdo que parte de los vicios nada tiene que ver con el logro de esta paz (San León Magno, Sermón 95, sobre las bienaventuranzas).



¿Qué cosa mejor podriamos encontrar entre los dones divinos para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor? En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo (San León Magno, Sermón 6, sobre la Natividad).

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